miércoles, 25 de marzo de 2015

Malas Decisiones

Novela Laliter 
Malas Decisiones
Capítulo 4: Parte 2:


Un auto desbocado se acercó a toda velocidad. Una 4x4 roja y llena de una capa de polvo seco se estacionó frente a Lou. De adentro se escuchaban varias personas estallando de risa. Lou se levantó y retrocedió un par de pasos. Los vidrios de la camioneta bajaron y Lenny se asomó de la ventana del piloto.
—Sube, Lou —sonrió Lenny.
Lou dudó un segundo, pero entró en la parte trasera del auto luego de que la puerta de esta se abriera. Lou emitió un jadeo al ver a Marco riendo a carcajadas a su lado. Antes de poder terminar su expresión de asombro, el auto arrancó a toda velocidad. Había también una chica en el asiento del copiloto, riendo como loca.
—Lenny, ¿qué está pasando? —preguntó Lou preocupada.
—Nada. Sólo nos pusimos un poco animados antes de la fiesta —Lenny dio una carcajada.
Los nervios de Lou se pusieron de punta, al mismo tiempo que sus hormonas trabajaban a mil por hora al sentir la adrenalina por la velocidad a la que corría la camioneta.
Marco se inclinó hacia Lou, ella mostró una sonrisa tonta y lo miró. Él estaba ebrio, y hasta drogado, podía ser.
—¿Por qué Marco va con nosotras? —preguntó Lou mirando como él se recostaba sobre su hombro.
—¿Cómo que por qué? ¿Qué clase de pregunta tonta es esa? —bufó Lenny.
Lou notó que de los tres, Marco era el que en peor estado se encontraba. Lloraba y reía al mismo tiempo, sin mencionar el sudor frío que corría por su frente mientras la temperatura de su cuerpo ascendía a los cuarenta grados.
—Lenny, Marco no está bien —dijo Lou agitando la cabeza de este.
Lou sentía que poseía entre sus manos al ser más perfecto del mundo. El rostro húmedo de Marco era como una reliquia valiosa e increíble. 
—Créeme, querida, está mejor que nunca —aulló en respuesta.
—Debemos llevarlo a un hospital —comentó alarmada.
Lou sospechaba que Marco sufría de una sobredosis, y que si no se atendía a tiempo él moriría. El pensamiento la aterró al punto de casi estallar en llanto.
—Tranquila, Louzie, no está drogado… Es el vodka —se volteó la otra chica. Cabello rojo y de la misma pinta de Lenny.
—¿Vodka? 
—Sí. Lo pone mal; es un marica —rodó los ojos.
Lou tomó el rostro inconsciente de Marco en sus manos y lo acomodó sobre su pecho. Comenzó a acariciar su cabello oscuro y enterrar sus dedos masajeando su cuero cabelludo. Marco sonrió suavemente al sentir el toque de Lou. Ambos mantenían los ojos cerrados y una sonrisa placentera. Marco se resbaló del pecho de Lou hasta su regazo. Ella apreció el panorama ilusionada. Rozó sus dedos por los brazos musculosos y descubiertos por su camisa blanca manga corta. Era todo un placer sentir su piel rozando la suya. Marco se acurrucó sobre las piernas de Lou. Abrió los ojos y rodó sobre el lugar hasta quedar boca arriba. Lou lo miró enternecida. Sus ojos grises entrecerrados la miraban con suavidad.
—Tócame —le pidió él.
Lou se quedó fría ante su petición. Le faltó la respiración y su boca comenzó a producir kilos de saliva. Pensó que sus oídos le estaban jugando una broma, hasta que Marco volvió a separar sus perfectos labios rojos y finos:
—Anda, tócame —susurró. Tomó una mano de Lou y la colocó sobre su rostro.
Lou temblaba, pero no podía negarlo; una oferta como esa era imposible de rechazar. Lou resbaló las yemas de sus dedos por las mejillas suaves de Marco, rozó el contorno de su rostro y el tabique se su nariz, sus orejas y el mentón, hasta llegar a la zona donde siempre había querido tocar. Había dejado lo mejor para el final: sus labios.
Marco cerró sus ojos al sentir el tacto de Lou en sus labios, él los estiro y dio un suave beso en las yemas de los dedos de Lou. Ella estuvo a punto de soltar una lágrima. Si eso era un sueño, pedía a gritos que nadie la despertara.
—Ya casi llegamos —anunció Lenny.
Marco se enderezó y miró a través del vidrio.
—¡Eh, mi casa! —señaló a través del cristal.
—¡Para! —ordenó Lou.
Lenny dio un frenazo y Marco se golpeó la cabeza con el asiento delantero. Lou jadeó y le ayudó a estabilizarse.
—Me quedo aquí, tengo que dejar a Marco —fue más una notificación que una petición.
—Dudo que sus padres estén —murmuró Lenny.
—¿Y qué pensaban hacer con él mientras estábamos en la fiesta? —demandó Lou.
—Dejarlo en la cajuela —bromeó la otra chica.
Lenny y ella soltaron a carcajadas. Lou negó con la cabeza y abrió la puerta. Bajó del auto y arrastró a Marco consigo. Fue muy complicado; él era más alto, mucho más alto que ella, y sobre todo más grande y pesado. El cuerpo débil y frágil de Lou no ayudaba mucho, pero su voluntad fue quien cargó de él.
Marco apenas podía ponerse en pie. Lou pasó el brazo de Marco sobre su hombro y lo guio hasta la casa. Antes de llegar a la entrada, Lenny arrancó el auto a toda velocidad. Lou no le puso mucha atención, estaba preocupada por el chico que amaba y por su estado. Intentó empujar la puerta, pero esta estaba cerrada. Marco agitó las llaves sobre su rostro luego de sacarlas de su bolsillo. Lou abrió la puerta con bastante dificultad, y una vez dentro, quedó asombrada por los pequeños lujos que se gastaba la casita.
Marco soltó a Lou y comenzó a caminar, no duró muchos metros antes de que cayera sobre la alfombra. En efecto, tal y como Lenny lo había dicho; no había nadie en la casa.
—¡Ay, Marco! —Lou se lanzó para tomarlo y tratar de levantarlo—. ¿Tienes vulnerabilidad inmunológica al vodka?
—Era la única manera de no ver a la idiota de mi hermana hoy, o al pendejo de su marido…¡Ah! ¡Ni qué decir de su ¨hijo prodigio¨! —fingió una voz burlona para luego dejar salir un bufido—. ¡Si supieran que se ha follado a media universidad!
—¿Quién es tu hermana? —preguntó sin esperar respuesta—. Debes darte un baño. Ven —lo ayudó a ponerse en pie.
Tardaron una eternidad en subir las escaleras, hasta que Marco le indicó el lugar de su habitación. Lou se quedó un poco fuera de lugar al ver las paredes de color azul oscuro, dibujos, pinturas, retratos y esculturas bastante originales y llamativas; eran poco coloridas, muy neutrales y en ellas se plasmaba más que todo, la mitología. Eran fascinantes. La cama era enorme, más que cualquiera que ella haya visto. Era como una casa ahí dentro, a la que Lou exploraba boquiabierta.
Lou arrastró a Marco hasta el enorme baño con cerámica negra. Le quitó la camisa y tenía la intención de hacer lo mismo con sus pantalones, pero al ver su torso esculpido desnudo supo que su autocontrol no llegaba a tal punto como para quitarle una sola pieza de tela más.
—Báñate; yo te buscaré algo de ropa —lo dejó sentado en el lavabo y salió. Cerró la puerta y dejó salir un suspiro. La imagen de Marco sin camisa rondaba su mente como el acecho de un acosador en serie. Trató de liberar su mente y se desplazó hacia el enorme closet a la derecha. 
Había montones de ropa ahí. Lou atravesó la mano por las camisas, que olían a lluvia y bosque, naturaleza. El olor de Marco, su perfume favorito. Sacó una camiseta blanca como las que le había visto usar usualmente. Tenía muchas de ella, al parecer esas camisetas cuello v eran sus favoritas. Ella lo sabía muy bien, eso y sus pantalones negros o azul oscuro. Lou podía hacer una tesis completa sobre Marco, lo había estudiado a fondo estos últimos dos meses.
Abrió los cajones y encontró su ropa interior. Lanzó una bola de calcetines blancos sobre la cama junto con la camisa y penetró la vista en sus bóxers. Lou no era una morbosa desenfrenada, pero no pudo evitar que sus hormonas trabajaran como pies en un maratón al rozar sus dedos en la tela. Respiró hondo y mantuvo el aire hasta sacar un par de bóxers y lanzarlos sobre la cama. Buscó un par de pantalones oscuros, como los que él acostumbraba a usar, cuando se dio cuenta que no se escuchaba el más mínimo ruido proveniente de ningún lugar. Ella esperaba escuchar siquiera el de la regadera. 
Pegó su oído a la puerta del baño y cerró sus ojos esperando algún indicio de que Marco estuviera retomando la compostura bajo el agua. Lou se preocupó al no escuchar nada. Las ideas más locas y paranoicas rondaron su cabeza como avispas en un panal. Teoría uno; la más normal: El chico se había quedado dormido en el suelo. Teoría dos; se había caído y se había golpeado la cabeza en el lavabo y se desangraba en el suelo, y teoría tres: el vodka le había producido un colapso silencioso. 
Lou intentó permanecer en calma, pero sus nervios no le daban la seguridad que necesitaba.
—Marco, ¿estás bien? —preguntó con voz temblorosa.
—¡Dagh!
Lou no entendió el significado de su murmullo.
—¿Ya te bañaste? —preguntó.
—No.
—¿Por qué no?
—Quiero que tú vengas a bañarte conmigo… —murmuró en voz baja.
La puerta se abrió y Marco se dejó ver a través de la puerta sin una sola pieza de ropa cubriendo su cuerpo. La mandíbula de Lou se estrelló contra el suelo al bajar la mirada.
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Marco no quiere a Alai! Lou no entiende nada, te metiste en una familia complicada JAJAJA!
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Mika♡

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